La vida continúa en ese microcosmos regido por hombres y mujeres de bata blanca. Aparte de las dietas hipo sódicas, también hay pacientes nuevos que conocer, enfermeras de las que burlarse, incursiones nocturnas por los pasillos del hospital, partidos de baloncesto que disputarle al equipo de San Pablo...
La amistad, la aceptación en el grupo, es determinante en la adolescencia. Pero es imprescindible cuando la ridiculizada "edad del pavo" se sufre en pijama y entre cuatro paredes.
Pero frente al sentimiento colectivo, está la identidad de cada uno reaccionando a su situación: la soledad pretendidamente autosuficiente de Miguel Ángel, el temor de Jorge al diagnóstico, los recuerdos personales de Izan, la primera historia de amor de Dani...
En definitiva, aunque este hospital tenga costumbres, jerarquía, lenguaje y economía propios, es un reflejo del mundo. En él hay gente mejor, como el Doctor Marcos y gente peor, como el Doctor Gallego. Momentos felices y amargos. Viento a favor y en contra. La única mirada válida en este contexto es la que adopta el director Antonio Mercero en Planta 4ª: la sonrisa desde la que se combate y se burla el destino. El humor es la fuerza vital que emplea Planta 4ª para mostrar la vida de estos jóvenes, que está basada en las experiencias personales del guionista de la película Albert Espinosa. El dolor se disipa con la risa y la soledad pierde
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